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Channel: Como un fénix
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El sombrero rojo

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De un tiempo a esta parte, las series de televisión han perdido el miedo a las mujeres fuertes, seguras de sí mismas, poderosas e inteligentes. Mujeres que sin perder ni un ápice de su sensualidad, sensibilidad y orgullo pueden poner a el mundo a sus pies. Hablo de personajes como Alicia Florrick (The Good Wife), Stella Gibson (The Fall), Clarke Griffin (The100) o Olivia Dunham (Fringe). A estes, y otros nombres, podemos sumar ya el de Peggy Carter (Hayley Atwell) protagonista absoluta de Agent Carter, el televisivo spin-off de Capitán América. La cadena ABC está emitiendo la primera temporada de esta nueva serie del universo Marvel durante el parón de Marvel´s Agents of S.H.I.E.L.D. Mientras Coulson, May, Ward y Skye descansan; Peggy Carter recoge el testigo ampliando así la estrategia de Marvel Entertainment para dominar la gran y la pequeña pantalla. Lo cierto es que estamos ante una miniserie de ocho capítulos que si consigue unas audiencias decentes podría lograr la segunda temporada. 

La serie, ambientada en el Nueva York de 1946, sigue los pasos de la agente Carter tras la guerra y la pérdida de su gran amor, Steve Rogers. A pesar de su valía, la agente británica se ve relegada a trabajos de oficinista en su puesto dentro de la Reserva Científica Estratégica. Un mundo de hombres que ni pueden ni quieren lidiar con una mujer tan decidida, inteligente, perseverante y válida como Carter. Los dos capítulos emitidos hasta el momento dejan claro que no era fácil ser respetada y valorada en aquella época y ese retrato de la sociedad machista en la que tiene que vivir Peggy es uno de los mayores atractivos de la serie. Su situación me recuerda mucho a la que sufren las protagonistas de The Bletchley Circle, mujeres que demostraron su valía durante la guerra, que disfrutaron de libertad de movimiento e independencia durante aquellos años, que ayudaron de manera efectiva en la contienda y que después de la misma fueron relegadas al hogar, a servir mesas y a lucir palmito. Su aportación, sus habilidades, su inteligencia, su fuerza... todo eso se borró de la memoria colectiva. Carter vive una situación muy similar porque en su oficina la consideran poco más que la churri del capi. 

Agent Carter está hecha con mimo, con atención al detalle, con coherencia. Los personajes respiran, sienten, vibran de pura fuerza. Hayley Atwell resuelve con sencillez su papel, se apropia de la pantalla y de los diálogos, es magnética y atrevida, es serena y sentimental, es pura fortaleza y emoción. Vamos, que la actriz lo borda y consigue llevar sobre sus hombros el peso de la serie componiendo una protagonista de armas tomar con un poso de tristeza en la mirada. Entre los secundarios, cabe destacar la presencia de un James D'Arcy en estado de gracia poniéndose en la piel de Jarvis, el hombre para todo de Howard Stark. Estos dos británicos perdidos en la gran manzana desarrollan pronto una dinámica divertida e intensa que promete deparar grandes momentos. Incluso un actor tan plano como Enver Gjokaj consigue despertar mis simpatía como Daniel Sousa, el único compañero de trabajo de Carter que la trata como una igual. 

Los dos primeros capítulos de la serie marcan el tono a seguir: acción, peleas, guiños a los fans de Marvel, recuerdos del Capitán América y un serial de radio que poco o nada tiene que ver con la realidad. Peggy es una heroína por derecho propio. Ella no tiene superpoderes ni ningún suero que la convierta en un supersoldado, no necesita un antifaz ni un escudo para luchar. Ella sola se basta y se sobra para enfrentarse a lo que le echen. Lo triste es que nadie, salvo Jarvis y Stark, sabe de su valor, de su sacrificio, y ese secreto es algo que puede acabar destrozándola por dentro. 

Agent Carter empieza con mejor pie que la serie de Coulson porque desde el primer momento cuenta con una protagonista con carisma y con una hoja de ruta bien dibujada que parece tener muy claro lo que quiere contar y cómo lo quiere contar. Demos gracias a los responsables de la serie por optar por la concisión antes que por el mero espectáculo. Agent Carter es una serie que promete, que divierte y que entretiene; una buena manera de iniciar el 2015. Sigan el sombrero rojo, no tiene pérdida. 

The John Larroquette Show, una serie olvidada

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A John Larroquette le recuerdo por Night Court, aquella estupenda comedia que la NBC emitió entre 1984 y 1992. Allí interpretaba a Dan Fielding, el díscolo y sexualmente insaciable fiscal, personaje que le proporcionó cuatro Emmys consecutivos y que le hizo popularmente conocido. Larroquette llevaba diez años trabajando en la industria cuando fue seleccionado para el papel que cambió su carrera. Desde entonces ha permanecido en activo apareciendo tanto en películas (JFK) como en series de televisión donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera. The Practice, The 10th Kingdom, The West Wing, Joey, House, Arrested Development, Boston Legal, Chuck y Parks and Recreation son algunos de los títulos en los que ha trabajado este multipremiado actor que actualmente aparece en The Librarians, él es lo mejor de este pastiche de magia y aventuras que viene a cubrir el hueco de Warehouse 13. 

Durante tres décadas he seguido la carrera de este estupendo intérprete que siempre ha conseguido convencerme con sus trabajos. Su particular físico, su estupenda voz y su enorme capacidad para el humor le han mantenido en activo. En 2011 hizo su debut en Broadway acompañando a Daniel Radcliffe en la obra How To Succeed in Business Without Really Trying, por este papel ganó el Tony, un premio que a esas alturas de su carrera no esperaba obtener. 

Todo el mundo conoce el trabajo de Larroquette pero cuando hablo de The John Larroquette Show, serie que protagonizó entre 1993 y 1996, pocas son las personas que recuerdan aquella comedia maltratada por la NBC. El actor quería hacer algo diferente al personaje de Dan Fielding y encontró un guión escrito por Don Reo titulado sobre un alcohólico que le gustó. En principio la serie iba a titularse Crossroads pero la cadena insistió, a pesar de la negativa de John, en cambiar el título por The John Larroquette Show porque la fama del actor actuaría como reclamo. No se equivocaban en la NBC, la primera temporada funcionó muy bien. 

La historia se centraba en John Hemingway (Larroquette) un alcohólico en rehabilitación que empieza a trabajar como gerente de noche de la estación de autobús de San Louis. John debe lidiar con los problemas del lugar, los empleados y habituales de la estación mientras intenta mantenerse sobrio siguiendo el programa de Alcohólicos Anónimos. La serie comienza con John en una reunión admitiendo que lleva sobrio 36 horas y que ha conseguido un nuevo empleo. Un empleo que realmente necesita y para el que debe mantenerse sobrio. Es su última oportunidad, su último lanzamiento antes de acabar en la calle por eso, a lo largo de la serie, se filtra la desesperación de un hombre que sabe que está a un chupito de whisky de acabar en la calle. En el piloto también aparecen el racismo, la prostitución, el suicidio y varios temas delicados, de los que las series de televisión se alejaban pero que The John Larroquette Show  abrazó para diferenciarse del resto. 
El reparto era muy diverso, una rareza dentro de la realidad televisiva del momento: había una mujer latina y dos afroamericanos con peso en la historia. El humor de la serie era bastante negro y arriesgado, por desgracia la cadena presionó para que el tono se relajase y resultase menos lúgubre. Eso firmó la sentencia de muerte del show. En su segunda temporada el cambio era tan evidente que parecía un nuevo producto y aunque consiguió llegar a los 97 capítulos, la cadena la canceló sin miramientos a mediados de su cuarta temporada. 

The John Larroquette Show era una avanzada para su época y su cadena no supo verlo. Algo similar le pasó a Sports Night con la ABC o más recientemente a The Comeback en la HBO. 

The Legend of Korra, el mejor final posible

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Hacía tiempo que quería ver The Legend of Korra y empecé la serie en el ecuador de su cuarta y última temporada. Devoré las temporadas a tiempo para disfrutar del final junto a los demás fans. Un viaje trepidante, sorprendente y maravilloso que recomiendo a todo el mundo. Las cuatro temporadas (Aire, Espíritus, Cambio y Balance) conforman un todo de enorme fuerza narrativa que atrapa al espectador gracias a una extensa e intrincada mitología y al desarrollo de un inolvidable grupo de personajes que, en su versión original, son doblados por gente como J.K. Simmons, Kiernan Shipka, James Remar, Anne Heche, Lisa Edelstein o Aubrey Plaza.

The Legend of Korra surgió a raíz del éxito de la anterior serie de Michael Danti Dimartino y Bryan Konietzko, Avatar: La leyenda de Aang. Ambas comparten universo pero mientras que las aventuras de Aang estaban destinadas a un público más infantil, las andanzas de Korra están enfocadas a un público juvenil y/o adulto. En este mundo de aires orientales con toques steampunk existen personas que tienen la capacidad de controlar alguno de los cuatro elementos (agua, tierra, fuego o aire), incluso algunos consiguen controlar el metal y la lava. Sin embargo, en cada generación surge un Avatar, una persona capaz de dominar los cuatro elementos. Korra es el Avatar y su historia transcurre casi 70 años después de los eventos narrados en The Last Airbender.

Cuando conocemos a Korra es una joven inquieta, arrogante, segura de su poder y de su destino como Avatar. Ella pertenece a la Tribu del Agua del Sur y se traslada a Ciudad República para aprender a controlar el aire con el maestro Tenzin (uno de mis personajes favoritos). En cada temporada, el Avatar debe enfrentarse a una amenaza, a un enemigo que busca destruir lo que ella defiende y representa. El peligro del totalitarismo, la tiranía, el radicalismo, el racismo son algunos de los problemas a los que nuestra heroína y sus amigos tendrán que hacer frente.

En la primera temporada su oponente es Amón, líder de los igualitarios, una secta que quiere acabar con las personas que pueden manipular los elementos e instaurar la igualdad. Su lucha tiene sentido pero sus métodos son extremistas y violentos. La lucha de clases, la desigualdad social, el terrorismo y la opresión de los más débiles son los temas claves de la primera temporada. Sorprende encontrar una serie de animación tan ambiciosa, temáticamente hablando, y tan consciente de lo fundamental que es desarrollar a sus personajes porque, temporada a temporada, Korra tendrá que enfrentarse a realidades más complejas que la obligarán a tomar decisiones muy difíciles. Además, siempre habrá individuos que anteponen su ambición al bienestar de los demás. Personas que buscan venganza o sacar beneficio del caos, personas que pueden romper el equilibrio y a las que no les imparta el sufrimiento que eso conlleva.

DiMartino y Konietzko han contado la historia de Korra de manera adecuada. Han desarrollado buenas tramas y buenos personajes, han dado sentido y razón de ser a los villanos, han estimulado la épica y el dramatismo; y, por último, han establecido un viaje de conocimiento y autorealización para su protagonista digno de ser contemplado. El Avatar está destinado a traer el equilibrio y la paz al mundo, Korra recorrerá un largo camino para cumplir su destino. La joven aprenderá a ser más paciente, más humilde, más comprensiva. La veremos sufrir y superarse a si misma. Durante los 52 capítulos aprenderá a escuchar, a enfrentarse a los problemas, a confiar en los demás.

La evolución de esta heroína a es una de las mejores que he visto. Korra es un personaje creíble con sueños y preocupaciones, con virtudes y defectos. Y aunque la Avatar no llegue a conquistar vuestro corazón hay varios personajes que lo harán. Uno de los puntos más positivos de la serie es que Korra no es el único personaje femenino poderoso, la serie está repleta de mujeres fuertes como Lin, Asami, Kuvira. Cuando todo el mundo está alabando a The Good Wife por Alicia o Diane, lo cierto es que deberían estar mirando The Legend of Korra, serie donde las mujeres son el centro de la acción y donde tienen poder. Desde la férrea y disciplinada Lin, pasando por su maternal y creativa hermana hasta la ambiciosa Kuvira o la espiritual Jinora, todas las mujeres que aparecen a lo largo de la serie muestran que juegan al mismo nivel que los personajes masculinos, a veces, incluso, los superan.

Los creadores abrazaron por completo su compromiso con los personajes y por eso el final de The Legend of Korra ha estado acompañado de cierto revuelo mediático. Su decisión de oficializar el Korrasamiha sido muy valiente y webs tan dispares como io9 o Forbes han dedicado entradas a la serie. Un aplauso por ese paso adelante y por la valentía de DiMartino y Konietzko porque pocas ficciones han tratado retratado tan bien el progreso de una relación entre dos mujeres.

Recomiendo el visionado de The legend of Korra y cuando la serie termine, dadle una oportunidad a Avatar: The Last Airbender porque el universo creado por DiMartino y Konietzko es tan rico y variado que merece la pena conocerlo a fondo.

La comedia que te hace llorar

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Creo que por estos lares la última comedia de Chuck Lorre, Mom, ha pasado bastante desapercibida. Lorre se atreve a crear humor a partir de un tema serio: el alcoholismo. Para ello, cuenta con dos protagonistas femeninas a las que la vida no ha tratado nada bien, Christy (Anna Faris) y su madre, Bonnie (Allison Janney). Christy tiene dos hijos, el pequeño Roscoe y la adolescente Violet; trabaja como camarera en un restaurante y acude regularmente a reuniones de alcohólicos anónimos. Su máxima aspiración es no repetir los errores de Bonnie, a quien culpa de todo lo malo que le ha pasado en la vida. Un inesperado reencuentro en Alcohólicos Anónimos propicia el acercamiento entre madre e hija, tras varios años sin hablarse. 

Tras una primera temporada bastante sorprendente (no esperaba mucho de la serie), Mom encaraba su segundo asalto con ganas, depurando tramas, descartando personajes (púdrete Nathan Corddry) e introduciendo momentos dramáticos en las vidas de Christy y Bonnie. Ya en la primera temporada tuvimos pequeñas dosis de drama como la entrada en prisión del personaje de Octavia Spencer pero ahora, esta supuesta comedia, ha decidido hacernos trizas el alma. Cuando parecía que nuestras protagonistas encaminaban sus vidas hacia la estabilidad y la felicidad, el capítulo Three Smiles and an Unpainted Ceilingdinamita las expectativas de un happy end para todos, especialmente para Bonnie. 

A partir de este punto spoilers

El personaje de Alvin (Kevin Pollack) había iniciado la segunda temporada con la firme intención de recuperar el tiempo perdido. Durante varios capítulos todo fue bien; Bonnie y Alvin actuaban como dos adolescentes enamorados y Christy veía con buenos ojos la influencia de su padre perdido en Violet y Roscoe. Y entonces, un mazazo, Alvin muere de un ataque al corazón. Al final de la primera temporada ya tuvo un infarto, esta vez no logró superarlo. La muerte del personaje fue algo inesperado y traumático para los seguidores de la serie porque hacía buena pareja con Bonnie y porque su relaciónconChristy empezaba a despegar. Lorre nos la jugó bien. Cierto que la vida da palos, eso lo saben de sobra Christy y Bonnie pero es duro ver a dos personajes tan entrañables sufrir tanto. El futuro parece difícil para estas dos mujeres y solo con el apoyo de las reuniones, de sus amigas y de su familia podrán amanecer otro día sin resaca. 


Lo mejor de esta inesperada despedida ha sido ver a Janney y Faris desplegando todo su potencial dramático. Cierto que la Janney  se merienda a cualquiera que comparta plano con ella, y aún así, Anna Faris consigue transmitir todo el dolor y la incomprensión que una muerte inesperada produce. Desde que empezó la serie, ambas actrices han demostrado un perfecto timing cómico, gran versatibilidad, facilidad para la comedia física y mucha química. Sin embargo, la trama necesita y pide un tratamiento un poco más serio de ciertos temas como la adopción del bebé de Violet o los problemas económicos de Christy. Cuando eso sucede las dos actrices se dejan la piel transmitiendo el dolor y las dudas de sus personajes.

Lorre no tiene miedo de introducir este contexto dramático porque, como todos sabemos, no siempre los planes salen bien, no siempre acabamos con una sonrisa en el rostro. Mom se posiciona un poco a la izquierda del resto de comedias de la factoría Lorre dado que propone un acercamiento más real, serio y dramático a las vidas de dos exalcohólicas que intentan recuperar el rumbo. La yuxtaposición de comedia gruesa y drama puro equilibra el tono de la serie ofreciendo grandes momentos (las bragas de la Janney) y la posibilidad a las actrices de brillar con luz propia. 

El resto de la temporada se presenta movidito y tengo mucha curiosidad por ver cómo lidian las Plunkett con la muerte de Alvin. ¿Chupitos y pastillas? Estaré atenta.

Las mujeres de Sally Wainwright

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En los últimos meses he descubierto a Sally Wainwright, guionista británica ganadora del premio BAFTA y creadora de Last Tango in Halifax y Happy Valley, dos dramas de altos vuelos de la BBC que compagina con los guiones de Scott and Bailey, un procedimental de la ITV que ya va por su cuarta temporada. Wainwright se ha especializado en los dramas modernos y en la creación de personajes femeninos fuertes. 

Esta pelirroja amante de los gatos comenzó escribiendo para la serie de The Archers de Radio 4 y pasó cinco años fraguándose como guionista en Coronation Street donde coincidió con Paul Abbott, Russell T Davies y con su mentor, Kay Mellor. En 2009, ganó el Writer of the Year por Unforgiven. Desde entonces su éxito no ha dejado de aumentar gracias al trío de ases compuesto por Scott and Bailey, Last Tango in Halifax y Happy Valley. La conexión más clara entre sus tres último trabajos es que sus protagonistas son mujeres pero eso no significa que sus series sean consideradas “series para mujeres” sino que son vistas por audiencias de ambos sexos. 

Scott and Bailey data del 2011 y trata sobre dos policías de Manchester con personalidades diferentes pero complementarias. La idea de la serie fue de las actrices Suranne Jones y Sally Lindsay, y para su creación contaron con el apoyo y consejo de la Inspectora Diane Taylor. Wainwright cree que la verosimilitud y los detalles son la base de un buen guión. En esta entrevista con The Independentcuestiona el trabajo de muchas series británicas que basan su investigación en lo que ven en los procedimentales americanos. Esa imagen no es creíble, no es cierta y eso provoca que la serie se distancie de la realidad. En Scott and Bailey, el asesoramiento de la inspectora Diane Taylor fue fundamental para asegurar de que los procedimientos policiales mostrados fuesen correctos.

Para Last Tango in Halifax (2012), Wainwright se basó en la historia de su propia madre, Dorothy. Tras la muerte de su pareja en 2001, Dorothy se mudó a  Oxforshire para vivir con su hija. Allí, vía Friends Reunited, contactó con un viejo amor de juventud, Alec Walker. El éxito de esta tierna historia de amor adulto en el Reino Unido fue arrollador. No solo el guión es magnífico sino que cuenta con un reparto de relumbrón que exprime al máximo las palabras de Wainwright. 

Happy Valley (2014), el éxito más reciente de esta guionista, aglutina todo el buen saber hacer de Wainwright: historias humanas, mujeres fuertes, familias desestructuradas, hombres egoístas e infantiles, delicadeza, sutileza. Para protagonizar esta historia de violencia contó con la actriz Sarah Lancashire, con quien coincidió en Last Tango in Halifax. 

Con más de 25 años de carrera a sus espaldas, Wainwright sabe que, dentro de la industria televisiva británica, es una rareza porque los guionistan tienden a escribir personajes masculinos. Admite sin ambages que encuentra a las mujeres más interesantes sobre todo si son mayores porque cuanto mayor es una persona más historia tiene. Wainwright ha reconocido en numerosas entrevistas que se sorprende de que las mujeres sigan un paso por detrás a la hora de ser representadas en televisión. Cuando le dicen que sus personajes femeninos son fuertes y que eso es lo que la televisión necesita siempre se pregunta por qué es tan raro tener mujeres protagonizando historias y por qué, en general, las relaciones de las mujeres en pantalla tienden a ser negativas. Siempre hay un conflicto y casi siempre está determinado por un personaje masculino. Sin embargo, en las series de Wainwright, las mujeres disfrutan en compañía de otras mujeres. La mayor parte de ellas tiene relaciones buenas con otras mujeres: hablan, se divierten, tienen complicidad, se apoyan. No hay más que ver la dinámica que se establece entre Janet Scott, Rachel Bailey y Gill Murray en Scott and Bailey para admirar la construcción de una relación de amistad y de trabajo entre mujeres en un mundo dominado por los hombres. 

Por desgracia, no solo la televisión está huérfana de mujeres complejas, fuertes e interesantes sino que cuando aparecen este tipo de personajes suelen ser jóvenes. Parece que no hay sitio para las mujeres adultas, profesionales y osadas en la pequeña pantalla. Las obras de Wainwright son un paso más hacia la equidad en la televisión. Y no estoy hablando solo de equidad delante de la cámara sino que también detrás: directoras, guionistas, productoras...

Larry es mi amigo

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SPOILERS DE PARKS AND RECREATION

Gary "Jerry"/"Larry"/"Terry"/"Garry" Gergich es Pawnee, es lo mejor de este pedacito de cielo situado en Indiana. Jerry es, en definitiva, la representación física de un estado mental, es un “happy place” andante interpretado con enorme acierto por
Jim O'Heir.

El final de Jerry me parece el más inspirado de todos: es alcalde de Pawnee durante 10 mandatos consecutivos. Vive hasta los 100 años y celebra su cumpleaños junto su adorada Gayle, sus hijas, sus nietos y sus bisnietos. Una enorme y feliz familia. Siento cierta envidia hacia Garry Gergich porque fue un hombre feliz y querido, porque logró todas su metas y porque explotó su creatividad a través de diversas vías (música, pintura, arte). 

Durante las siete temporadas de Parks and Recreation vimos como era objeto de burla y escarnio por parte de unos compañeros de trabajo que nunca se molestaron en conocerle realmente y que nunca supieron apreciarlo. A pesar de eso, Jerry era feliz con su puesto en el departamento -donde pasó más de 30 años-, con su compañía y con sus crueles bromas. Tanto es así que aunque se retiró regresó como interno al departamento para ayudar con lo que fuera. 

Lo más importante para Jerry era su familia. Su trabajo le permitía pasar tiempo con ellos. Reconozco que su familia era extrañamente perfecta, irritantemente feliz y eso era algo que dejaba descolocados al resto de personajes y a los espectadores. 

Jerry era una persona dichosa pero esa felicidad no tenía nada que ver con su trabajo, él no tenía la necesidad de realizarse a través de su empleo en el departamento, lo hacía lo mejor posible, le ponía entusiasmo y siempre estaba disponible, pero no era el centro de su vida -para Leslie si-. Jerry mantiene separadas su esfera familiar de su esfera laboral. Aún recuerdo cuando los demás personajes conocen a Gayle o a una de las hijas, la sorpresa fue mayúscula. 

Los guionistas construyeron un personaje que era una caja de sorpresas: notario, pintor, pianista... Lo que destacaron de este hombre de mediana edad del medioeste norteamericano es que no dedicó su ser al trabajo y optó por cultivarse a sí mismo como persona y padre de familia. Es esa sencillez y plenitud vital lo que más me sorprende y agrada del personaje. Algunos pensaréis que Jerry no lo tenía todo, le faltaba el respeto de sus compañeros, pero a él eso no le afectaba porque tenía todo lo que necesitaba para ser feliz. Y, en la última temporada, los guionistas reconocieron la grandeza del personaje a través de una conversación con Donna de lo más enternecedora y otorgándole un final maravilloso. 

Jerry es lo mejor de Pawnee y es un ejemplo de que todos escondemos grandeza, podemos ser pianistas, grandes pintores, podemos ser estupendos padres, tener una familia maravillosa y disfrutar con un bar de temática jurásica. Jerry es leal, sincero, amable y agradecido. Es un gigantesco oso de peluche al que dan ganas de abrazar. Todos deberíamos subirnos a una silla y declarar, como Ben, que:  


Bosch, la otra gran serie de Amazon

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Poco se ha hablado de Bosch, una de las series lanzadas por Amazon este año, y es una lástima porque estamos ante un producto de buena factura, con excelentes interpretaciones, una trama sólida y una puesta en escena impecable. El silencio alrededor de Bosch creo que se debe a dos factores: fue estrenada después de Transparent, serie que atrajo la atención tanto de la crítica como del público; y no supone una revolución, su corte es demasiado clásico. 

Transparent es la serie con más visibilidad de Amazon, esa condición de diamante en bruto hace que pocos se percaten de la existencia de Bosch, un drama noir ambientado en Los Ángeles que sin ser brillante, convence. Darabont debería ver todos sus capítulos para entender qué falló en su Mob City.

En su momento, cuando Amazon lanzó su tanda de pilotos, Bosch fue uno de los que más me gustó y aquella primera impresión fue acertada. Tras devorar los 10 episodios que conforman su primera temporada tengo que decir que es una serie de gran cohesión argumental, que crece capítulo a capítulo, y que tiene muy claro cuando debe soltar lastre y cuando debe cerrar tramas.

El taciturno y siempre observador Harry Bosch es un regalo para Titus Welliver, un actor que sabe insuflar credibilidad y fuerza a un personaje que surca los mares de la vida aferrado a su código de honor y a su sentido de la justicia. Harry no es un santo, tampoco es un mal hombre pero está acostumbrado a moverse en la amplia zona gris, algo que acarrea un precio. Welliver, bregado como secundario en series como Lost, The Good Wife o Deadwood, se enfrenta con éxito a su primer -y merecidísimo- protagónico.

Cuando conocemos a Hieronymous 'Harry' Bosch, quintaesencia del detective silencioso y pragmático, comienza a investigar el asesinato de un menor muerto hace más de 20 años. A medida que avanza los capítulos vamos conociendo más cosas sobre su pasado y sobre su manera de afrontar la vida y el trabajo. Harry Bosch, como personaje, no supone ninguna revolución, es un arquetipo visto previamente en cientos de películas y series de televisión. Sin embargo, a pesar de conocer de que pasta está hecho el personaje principal, la serie resulta interesante. Cuando la cámara se centra en Harry puedes sentir toda la furia de las calles de Los Ángeles corriendo por sus venas. Con todo, pocas veces se deja cegar por ella aunque la usa como estímulo para seguir adelante. Bosch es un detective formidable con un sentido muy elevado de la justicia, del trabajo bien hecho y de la ética profesional.

Hay que agradecer la presencia de Welliver en la serie pero él no es el único que aporta consistencia al reparto; ahí tenemos a Jaime Hector, a Lance Reddick, a Mimi Rogers, a Steven Culp o a Sarah Clarke, haciendo lo que mejor saben hacer, dejar su impronta en unos secundarios que tienen momentos para brillar con luz propia aunque la sombra de Welliver es muy larga.

La serie no puede entenderse fuera de otro entorno que no sea Los Ángeles, la ciudad es más que el escenario donde ser desarrolla la historia es también un personaje más. Por eso creo que se tomaron tantas molestias en capturar su esencia, la fotografía de la serie es impecable: los planos desde la casa de Harry, las luminosas barriadas pobres, los almacenes abandonados, los exteriores de la comisaría de policía, las colinas... no hablo de imágenes hermosas pero planas; aquí la ciudad es un ente tridimensional con textura, con historia, con secretos, con lugares que merece la pena visitar y otros que no son más que una traslación del infierno en la tierra.

Bosch tiene un tempo narrativo lento, se toma su tiempo para armar la trama principal y trabaja, poco a poco, las secundarias. Estamos ante una serie que no tiene prisa en explicar al espectador qué está pasando. Primero coloca las piezas sobre el tablero y, luego, con calma empieza a reunir todas las piezas del rompecabezas.

Ahora, voy a tener que darle una oportunidad a los libros de Michael Connelly, creador del personaje. Al no conocer la obra literaria no puedo deciros si esta adaptación televisiva es una digna deudora de la pluma de Connelly. No obstante, si la consideramos como un producto independiente, Bosch es una serie de notable alto. En muchos aspectos, Harry Bosch me recuerda a otro de mis personaje televisivos favoritos: Walt Longmire, el sheriff de Absaroka. Incluso, encuentro similitudes entre Bosh y el Rayland de Justified. Los tres son hijos del negro sobre blanco, personajes cortados por el mismo patrón, con sutiles pero notables diferencias. Una noche deberían salir de copas.

Las vacaciones de verano de Mabel y Dipper

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En los últimos meses, la ficción animada me ha deparado gratas sorpresas. Tras zambullirme de lleno en el universo de Avatar con Korra y Ang necesitaba un revulsivo para animarme tras finalizar ambas series en menos de un mes. Aposté por Gravity Falls. Si no conocéis a Dipper y Mabel Pines dejad de leer y corred a descargar la primera temporada de esta maravilla. 

La historia se centra en los gemelos Dipper y Mabel Pines, quienes son enviados por sus padres a pasar el verano con su tío Stan en Gravity Falls, un pueblecito de Oregón. El tío Stan (personajazo) es un caradura algo salvaje que regenta La Cabaña del Misterio, un tienda donde engaña a incautos turistas. En la tienda trabajan Soos y Wendy, dos secundarios que aportan mucho a la historia y que entablan buenas relaciones con Dipper y Mabel. Los hermanos Pines pronto descubrirán que tras la apacible fachada del lugar se esconde una realidad repleta de seres sobrenaturales y sucesos inexplicables. En Gravity Falls hay un poco de todo: gnomos, dinosaurios, monstruos, zombies, fantasmas, demonios y Bill

Dipper, más racional y comedido que su hermana, encuentra un diario donde se recogen los maravillosos horrores del lugar. Un diario que les ayudará a enfrentarse a las más variadas criaturas. Sin embargo, la identidad del autor de los diarios (pronto descubrimos que hay más de uno) no se revela hasta el undécimo capítulo de la segunda temporada (Not What He Seems), emitido el pasado 9 de marzo. Un capítulo que he visto ya dos veces -no descarto verlo una tercera- y que es un claro ejemplo de la grandeza que esconde una serie que muchos catalogan como “infantil”. 

Alex Hirsch ha creado un producto para niños y adultos con la suficiente calidad como para entretener a ambos grupo de edad y que juega muy bien sus bazas; la nostalgia, lo retorcido, lo sorprendente, lo extraño, lo entrañable. Al encanto del dibujo hay que añadir una mitología rica que crece y se complica ante nuestros ojos capítulo a capítulo. La acción que despliegan los episodios de Gravity Falls es inteligente y está bien armada y dibujada. Por poner un ejemplo, la huida de Stan en el mencionado Not What He Seems o la pelea de Dipper contra Gideon en el episodio Gideon Rises; contienen escenas de acción de gran calidad que nada tienen que envidiar a otros productos televisivos en emisión.

Las tramas de Gravity Falls, gran parte de ellas relacionadas con los misterios del pueblo y el diario, han dado para mucho en la red. Hay foros, blogs y videoblogs que diseccionan los capítulos en busca de pistas sobre el diario y los secretos del tío Stan. El nivel de atención que Gravity Falls acapara, sin llegar a los extremos de Lost, me recuerda un poco a la locura conspiranoica de la isla, a las teorías de X-Files e incluso al fervor detallista de algunos seguidores de Twin Peaks. Puede parecer algo exagerado pero no por ello deja de ser menos cierto. 

Hay que destacar, gran parte del éxito de la serie depende de ello, el trabajo de los actores y actrices de doblaje. Especial mención merece Kristen Schaal (actualmente en The Last Man on Earth) por su Mabel Pines. Sin duda, Schaal ha sabido hacer de Mabel el personaje más fantástico y singular de Gravity Falls. Su voz se adapta perfectamente a un personaje alocado, sensible y amante de los desafíos, capaz de ver el lado positivo de cualquier persona y/o situación. A Schall hay que añadir al propio creador de la serie, Alex Hirsch quien pone voz a Soos y Stan. Jason Ritter, hijísimo de John Ritter, se encarga de prestar su voz a Dipper. Linda Cardellini es la voz de Wendy. De vez en cuando, Nick Offerman (Parks and Recreation) aparece como un agente del gobierno (me reí mucho con ese detalle)

El éxito de Gravity Falls no es un golpe de suerte. La serie se asienta sobre una excelente base: buenos dibujos, estupendos diálogos, personajes entrañables, humor y misterio. Además, siempre hay un leve matiz de peligro e inseguridad entorno a las aventuras de los hermanos Pines. Un matiz que inyecta adrenalina en el espectador y que dota al conjunto de un tono adulto que ya quisieran otras series. 

Reconozco mi debilidad por Gravity Falls porque, como serie y producto de entretenimiento, me ha proporcionado todo lo que necesitaba. Con Gravity Falls me siento como en casa, me divierto, me emociono. Hay momentos realmente conmovedores y otros surrealistas. Hay amor por la familia y secretos. Hay ternura y aventura. Hay fuegos artificiales y peleas con globos de agua y un sireno llamado Sirenardo. Y por si fuera poco, Mabel es la orgullosa propietaria de una de las mejores mascotas televisivas de la historia: Waddles, un adorable cerdito que da mucho juego. En resumen, Gravity Falls es una de las series más inteligentes y divertidas de los últimos años. Dejad los prejuicios atrás porque merece la pena darse una vuelta por Oregon y conocer a los Pines.

Las pesadillas no tienen final

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You know what I was thinking? I was thinking, how many of you people am I going to have to kill to save your lives?

SPOILERS SOBRE LA QUINTA TEMPORADA

Los últimos capítulos de la quinta temporada desde 'What Happened and What's Going on' a 'Conquer' han llevado al grupo de Rick desde la desolación más absoluta (el enfrentamiento en Terminus, la muerte de Beth) hasta un supuesto paraíso terrenal llamado Alexandria. Tras cinco temporadas viendo a nuestro héroes dando tumbos por el sur de Estados Unidos se encuentran con una zona segura en su camino hacia Washington D.C. El grupo ha cambiado mucho desde que dejaron la cárcel en 'Too Far Gone' (4x08) y más desde el espectacular rescate orquestrado por Carol en Terminus en el inicio de la quinta temporada. Ya no son los mismos aunque algunos se aferran a su humanidad para sobrellevar las heridas que deja el sobrevivir en un mundo donde lo más peligroso que te puedes encontrar no es una horda de zombies. 

El segundo tramo de la quinta temporada se articula en torno a una pregunta: ¿Qué estás dispuesto a hacer para sobrevivir? En el pasado, el padre Gabriel dejó a su congregación morir; Eugene elaboró una mentira plausible para asegurarse la protección de Abraham; Rick destrozó a dentelladas la garganta de un mal hombre; Carol mató a dos personas infectadas y las quemó... Sobrevivir es importante pero ¿qué precio pagas por ello? ¿Dónde está la humanidad? ¿Dónde está el límite? ¿Hasta cuándo pueden seguir así sin convertirse en gente como la que habitaba Terminus?

Durante el viaje hacia el norte dos cosas se hicieron evidentes; primero que era necesario encontrar un lugar donde establecerse y segundo, que algunos miembros del grupo empezaban a perderse en su locura como Sasha o Gabriel, incluso me preocupó mucho la situación de Maggie tras conocer el destino final de su hermana. Sin embargo, tras la tormenta -real y metafórica- llegó a calma en forma de Aaron, el pasaporte de entrada en Alexandria. 

Parece que todas las dudas del grupo, que todas sus acciones y sueños les encaminaron hacia Alexandria y es allí donde vemos a “nuestros héroes” actuar como villanos. ¿Por qué? Porque aunque algunos parecen decididos a aclimatarse, otros (Rick, Carol) continúan pensando en sobrevivir a cualquier precio. La idílica ciudad amurallada es un caramelo demasiado dulce para algunos de nuestros viejos conocidos y tanta civilización se les atraganta. Tanto tiempo en la carretera les ha convertido en seres peligrosos, más de lo que aparentan. Puede que el padre Gabriel tenga razón al afirmar que el grupo de Rick no se merece el paraíso que representa Alexandría pero si ellos no se lo merecen, nadie lo hace. Curiosamente, Alexandria sirve para ver más claramente las fracturas en el grupo y la crisis de liderazgo de Rick. Algunos no piensan en tomar la ciudad (Maggie, Glenn, Michonne) y su posición y manera de encarar los peligros es diametralmente opuesta a la que toma Rick. La lucha que Gleen mantiene con Nicholas en 'Conquer' nos demuestra que dentro del joven aún hay humanidad, esperanza y que él, como Morgan (futuro residente de Alexandria) cree que "all life is precious". Por su parte, Maggie es capaz de encontrar la fuerza necesaria en su interior como para perdonar al padre Gabriel por su traición y, de paso, salvar a Sasha de cometer un asesinato. 

Alexandria corre peligro por el mero hecho de existir. Cualquier grupo de los vistos hasta ahora (el Gobernador, la gente de Terminus) habría intentado tomar la ciudad. Rick tiene claro que quiere la ciudad pero también tiene claro que la gente que vive en ella puede ser un obstáculo para su seguridad. La suerte se acaba y como bien explica Abraham Ford:"There is a vast ocean of shit out there you people don't know shit about. Rick knows every fine grain of said shit. And then some." La gente de Alexandria no ha sufrido ni luchado, no han pasado hambre ni frío, no saben lo que es ver a un amigo ser despedazado por los zombies, no han corrido para salvar sus vidas, no han tenido que ejecutar a nadie, no saben que el mundo ahora pertenece a los zombies. Carol tiene claro que "these people are children". Resulta paradójico que los ciudadanos de Alexandria tengan que ser salvados de si mismos porque su incapacidad para defenderse es su mayor debilidad.

Rick puede que tenga razón al decir que la suerte ha sido lo único que ha mantenido a salvo a Alexandria hasta el momento. Sabe que vendrán los lobos aunque aún no sabe que se dedican a marcar a los zombies con W. Los zombies son relativamente fáciles de tratar, el problema son los seres humanos. No obstante, aunque su obsesión es defender Alexandria, sus maneras son demasiado expeditivas. ¿Es Rick un futuro Gobernador, un futuro Gareth? Puede que no pero la frontera cada vez parece estar más cerca y hay momentos -la masacre en la iglesia del padre Gabriel, la muerte del marido maltratador- en los que la frialdad de Rick asusta. ¿Será Morgan quien le recuerde el hombre que fue? ¿Encontrará la forma de equilibrar su lobo interior con la apacible cotidianeidad de Alexandria? 

Antes de morir Bob le dijo a Rick que este no era el mundo real: "This is a nightmare. And nightmares end." Por mucho que quiera creer en esas palabras la verdad es que Bob se equivocaba, el mundo real está plagado de zombies, de lobos. Entonces, ¿qué es Alexandria? Un espejismo de un mundo que no volverá. La pesadilla alcanzará la ciudad amurallada más pronto que tarde. Hay que estar preparados.


Joey versión 2015

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Episodes es una de las comedias más inteligentes, divertidas y meta de la pequeña pantalla. Un soplo de locura basada en los contrastes que en vez de perder frescura y humor gana profundidad y dinamismo capítulo a capítulo. 

La cuarta temporada comienza justo donde nos deja la tercera, con el matrimonio formado por Sean y Beverly forzados a regresar a Estados Unidos para seguir trabajando en Pucks! mientras son acosados por varias cadenas de televisión que pretenden comprar un antiguo y prometedor guión. Las vicisitudes de Sean y Beverly siempre me han gustado. El choque cultural y moral que supuso su traslado a Los Ángeles no deja de ser divertido y sus caras de asombro ante la superficialidad y materialismo del mundillo televisivo siguen arrancándome carcajadas. 

Por su parte, Matt LeBlanc inicia la temporada descubriendo que su gestor le ha birlado 32 millones de dólares. Su nueva situación financiera le fuerza a replantearse su estilo de vida y a aceptar trabajos estrambóticos como asistir de invitado a la fiesta de cumpleaños de un tirano o intentar reconducir su carrera como presentador de un programa de televisión. LeBlanc aborda su personaje con inusitada maestría, combinando a la perfección la comedia y el drama; ajustándose a un papel que, si uno no practica la autoironía y la autocrítica, debe ser difícil de sobrellevar. 

Esta temporada ha entrado en escena un nuevo jefe de la cadena. Tras Merc y Castor será Helen Basch (Andrea Savage) quien tome los mandos del barco. La introducción de Helen da pie a una de las tramas más logradas de la serie: su relación con nuestra querida Carol. Ojo, que este año me gustaría mucho ver a Kathleen Rose Perkins nominada por este papel. Como siempre, Carol acaba acostándose con su jefa. La evolución de su relación es diametralmente opuesta a todo lo que Carol ha experimentado hasta el momento pero -siempre hay un pero- Helen es bastante peculiar y lo que parecía una relación idílica se transforma en una pesadilla que acabará afectando a todos los personajes. 

Hay momentos en los que Episodes es tremendamente cruel con sus personajes pero la vida es cruel y no siempre las cosas salen bien. El destino se ceba con Matt, con Sean y Beverly; y con la pobre Carol, personaje que no deja de ganar enteros a lo largo de la temporada y a la que es imposible no adorar. El final de temporada ha sido más abierto de lo habitual, dejando a todos los personajes suspendidos en el limbo a la espera de la quinta entrega de la serie. 

La serie no agota su universo y sigue adelante consolidada ya como una buena comedia plagada de extravagancias, metareferencias, chistes recurrentes e incómodos silencios que nos recuerdan que esto bien podría ser un drama pero que Crane y Klarik -creadores de la serie- apostaron por un terreno mucho más fructífero y abierto como el de la comedia. Este año Episodes nos ha dejado momentos gloriosos como el embarazo de Moira (Daisy Haggard)., el momento en el que Matt se encuentra con David Schwimmer (Ross en Friends) o la sex-tape de Morning. 

Las primeras temporadas de Episodes estaban muy centradas en la industria y en los problemas de Sean y Beverly pero la cuarta ha apostado más por las relaciones personales y la exploración de los personajes. Los cuatro personajes principales -Matt, Sean, Beverly y Carol- comparten amistad y confidencias. Las caminatas de Carol y Beverly son un espacio estupendo para verlas interactuar; sus noches de vino y porros me interesan menos aunque son igualmente entretenidas. Por su parte, Matt y Sean suelen quedar para beber, Matt habla por los codos centrado en sí mismo pero Sean está siempre a su lado e intuimos que para la estrella es importante el apoyo del guionista inglés. 

Gran parte de la fuerza de la serie se basa en la deconstrucción de ese personaje llamado Matt LeBlanc. Miembro de la nobleza televisiva durante 10 años y víctima de su propio personaje debido a un innecesario spin-off para mayor gloria y degradación de su Joey. LeBlanc era la estrella errática, impulsiva, egoísta e inconsciente que daba razón de ser a Episodes en sus primeros compases. Ahora la serie ha alcanzado la madurez argumental dosificando su matcentrismo y poniendo el foco de atención sobre otros personajes o episódicos que aportan mucho al conjunto de la serie. 

Episodes nunca ha renegado ni renegará de Matt y se ha despachado a gusto con su pasado en Friends y su gloria televisiva: referencias a la serie, apariciones de antiguos compañeros, merchandaising... Crane, cocreador de la serie, también alimenta el fantasma de Friends, lo cual me parece una jugada maestra y un ejercicio de autocrítica muy interesante de ver. Tengamos en cuenta que cuando Crane volaba alto con Friends la televisión empezaba a cambiar por culpa de cadenas como HBO y personajes como Tony Soprano. Crane y Jeffrey Klarik son muy conscientes de que ahora la forma de hacer televisión ha cambiado y de que puedes aspirar a tener como protagonista de una nueva serie a alguien como Susan Sarandon. 

En algún lugar leí, no recuerdo donde, que Episodes es la versión de Joey que no se podía hacer cuando Joey se estrenó en 2004. Me parece muy acertada esa reflexión sobretodo si lo comparo con el caso de The Comeback. La serie protagonizada por Lisa Kudrow en 2005 era una adelantada a su tiempo, tanto es así que acabó cancelada tras una temporada que con el paso de los años se convirtió en pieza de culto. En 2015, la HBO decidió recuperar la serie y al personaje, dándole una nueva oportunidad a un producto que se adapta perfectamente a la actual realidad televisiva. Valerie Cherish y el Matt LeBlanc de Episodes deberían conversar algún día en una de esas cafeterías angelinas . 

Es posible dejar Harlan con vida

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CUIDADO PORQUE HAY SPOILERS DEL FINAL DE LA SERIE

Hubo tres momentos de la sexta y última temporada de Justified en los que lloré. Lo admito. Aunque también lloré con el final de la segunda temporada cuando ese grandísimo personaje llamado Mags Bennet se despide de Raylan, Harlan y el público. ¡Qué gran adiós

Devoré con ansia los trece capítulos de la última temporada. Pensaba que Raylan la palmaría y que Boyd acabaría en la cárcel. Por un momento, en 'The Promise' (6x13), vi a nuestro marshall muerto tras un duelo al estilo del salvaje oeste. Por un momento, me acordé de 'Deadwood' y 'Sin Perdón'. Sin embargo, Graham Yost no tenía ganas de matar al personaje central de su serie ni a su otra gran creación, Boyd Crowder. Raylan consigue dejar Harlan con vida. Consigue romper el ciclo de violencia y muerte que persigue a los nacidos en ese condado dejado de la mano de Dios. Raylan se redime y pone distancia entre él y su padre, entre él y Boyd Crowder, la otra cara de la moneda, el Raylan que podía haber sido. ¿Me gustó ese final? Sí. Había muchas maneras de cerrar el relato iniciado en 2010. Sin ser todo lo épico que esperaba -aunque esa huida de Crowder por la montaña lanzando dinamita es muy Sundace y Cassidy – cumple perfectamente con su cometido. Además, nos regala un largo epílogo con salto temporal incluido (4 años) para conocer la situación de los personajes tras la orgía de sangre y violencia que sacudió Harlan durante el último año de Boyd Crowder en libertad. 

La temporada se articula en torno al enfrentamiento final entre Raylan y Boyd, dos hijos de Harlan en lados opuestos de la ley. Raylan se ha marcado un objetivo: matar a Boyd. Parece que ese impulso homicida es lo único que mueve al marshall. Este no quiere justicia, quiere venganza. Es evidente que toda la furia del hombre del sombrero no es obra de Crowder, Raylan está furioso con su pasado, con su padre; y dirige toda esa rabia contra el hombre que representa todo lo malo de Harlan y de las gentes que lo habitan. 

Boyd, finalmente, acosado por la policía, sin amigos, sin dinero y sin Ava. Se da cuenta de que está perdido. Ya no puede seguir huyendo. Ya no puede volver atrás. Sus desesperados intentos de supervivencia son encomiables, su buena suerte es un caso digno de estudio. ¿Cuántas veces ha estado a punto de morir? Cientos. ¿Cuántas veces a liquidado a los suyos sin pestañear? Cientos. En su recuento de bajas hay que destacar el asesinato de Dewey, un personaje tragicómico que campaba por Harlan con la mala suerte pegada a los talones. Dewey tenía que morir y Boyd tenía que matarlo. Sin embargo, aunque no le tembló el pulso, Crowder tuvo la decencia de acabar con él sin que el pobre redneck fuera consciente. Esa escena en el despacho de Boyd mientras Dewey mira la vieja fotografía me recordó muchísimo al: “Lizzie, mira las flores” de 'The Walking Dead'. 

Pues eso, que al final, en el secadero de los Bennet, Boyd sabe que ya no puede seguir huyendo y sabe que Raylan solo tiene ganas de matarlo. Nunca pensé que frente a su gran enemigo, Boyd se diese por vencido. Sin embargo, la patada en el estómago que le lanza Ava al explicarle por qué hizo lo que hizo, acaba hundiendo en la desesperación al personaje.

Ava, otro personaje con suerte, logra escapar con vida de Harlan y, aunque siempre dormirá con un ojo abierto y la escopeta cerca, encuentra la paz en algún lugar de California. Me alegro por ella, después de todo se merecía un final feliz. Puede que Ava no fuera una santa pero nunca creí que fuese una mala persona, era un víctima más de la ponzoña de Harlan. Es difícil ser decente y honrado en un ambiente como ese y menos si el amor de tu vida es Boyd Crowder.

La incorporación para este final de serie de Garret Dillahunt me ha gustado aunque su jefe, Markham -interpretado por Sam Elliot- me ha decepcionado mucho. Lo mejor de ese grupo era Dillahunt y su historia ha estado bien contada y mejor presentada. Lástima que su recorrido terminase en casa de Ava y Boyd, lástima que Raylan decidiese meterle dos balas por la espalda. Su Ty Walker merecía algo mejor, sobre todo después de su huida tras lo sucedido con Chu Chu y la prostituta.  Siguiendo con las incorporaciones, los "otros malos" de la temporada no han estado a la altura. La sonrisa ladeada y los aires de suficiencia de Elliot poco aportaron a un personaje más caricatura que otra cosa; mientras que la gloriosa Mary Steenburgen se pierde en su propio juego de seducción siendo su única aportación importante servir como verdugo del pobre Mike. La escena en la caravana es brutal, no sólo por la violencia física que despliega sino por el profundo lazo que une a Mike y Wynn. 

Se podrían decir muchas cosas sobre la última temporada de Justified pero entonces no acabaría este post nunca. Antes de terminar pedir un aplauso para ese secundario infalible y robaescenas llamado Wynn Duffy, superviviente y vencedor. Duffy es uno de los personajes más magnéticos y enigmáticos que nos ha regalado la serie. Siempre en su caravana con Mike como fiel escudero, siempre en el meollo de la cuestión. Duffy era una serpiente escurridiza con mucha suerte. 

Momentazos:










Forever, el forense inmortal

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Esta semana la ABC emitió la season finale de Forever. Aún no sé si la serie protagonizada por Ioan Gruffudd tendrá segunda temporada ya que su audiencia no ha hecho más que disminuir desde los 8,6 millones del piloto hasta los 4,13 del último episodio. Posiblemente ABC la cancele por eso no han cerrado la serie con un cliffhanger. Han cerrado las tramas principales y sembrado la semilla para una segunda entrega. Un cierre elegante, sencillo y sin pretensiones; adjetivos que también se le pueden aplicar a este procedimental.

Matt Miller, creador de Forever, debe pensar que nadie se acuerda de New Amsterdam (2009), malogrado procedimental protagonizado por un entonces desconocido Nikolaj Coster-Waldau. Forever aprovecha la base de New Amsterdam, un protagonista inmortal, para armar una serie de casos con un toque diferente. 

Ioan Gruffudd, el marido de Sarah Michelle Gellar en Ringer, interpreta en esta ocasión a Henry Morgan, un reputado forense que ayuda a la policía de Nueva York a resolver los más variados crímenes. Henry es culto, elegante, inteligente e inmortal. Gracias a sus 200 años de experiencia acumulada es capaz de resolver cualquier caso. Los capítulos siempre siguen el mismo esquema; mientras la investigación avanza, la memoria de Henry corre paralela al caso mostrando momentos de su pasado que suelen ayudarle a resolver el misterio.

Lo que más me gusta del personaje es que es un anacronismo andante. A pesar de haber vivido durante doscientos años, su esencia sigue siendo la de aquel caballero inglés, educado y refinado, que murió por primera vez defendiendo a un esclavo. Un romántico que aún no ha superado la desaparición del gran amor de su vida, Abigail. Parecía improbable encontrar una contrapartida femenina a la altura, ya que se nota que el personaje de Henry está muy cuidado y estudiado, pero lo lograron introduciendo a una detective en proceso de duelo por la muerte de su marido. Jo Martinez (Alana de la Garza) es la compañera habitual de Henry. Siempre que puede recurre al forense para que la ayude en la investigación. La desconfianza inicial de Jo hacia Henry se transforma, a lo largo de la temporada, en admiración, compañerismo y un algo más que a mi me sobra pero que entiendo como necesario. 

El resto del reparto lo completan, Joel David Moore, Judd Hirsch, Donnie Keshawarz y Lorraine Toussaint. Moore (Bones) parece haberle pillado el gusto al bisturí, los cadáveres y los guantes de látex. Aquí interpreta a Lucas, el asistente de Henry en la oficina del forense. Lucas es el alivio cómico de la serie. Le encanta su trabajo, admira a su jefe y es un friqui. Me encanta el personaje porque es muy humano y divertido. 

¿Y qué decir de Judd Hirsch? Un grande, quien en esta ocasión interpreta a Abraham Morgan, el hijo de Henry. Abraham fue salvado de los campos de exterminio por Abigail y Henry al poco de empezar su relación. La recién formada familia se instaló en Nueva York y allí vivieron felices hasta el día en que Abigail decidió desaparecer. Abraham tiene más de setenta años, regenta una tienda de antigüedades y es el único que conoce el secreto de Henry. La relación entre estos dos personajes fue la razón por la que me enganché a Forever. Hacía tiempo que no veía una dinámica tan maravillosa entre dos actores de generaciones tan diferentes. Hirsch es un veterano actor de 80 años nacido y criado en el Bronx; Gruffudd es un galés cerca de cumplir los 42. 

Para ir cerrando, deciros que aunque es un procedimental existen dos misterios que se prolongan durante toda la temporada: qué fue de Abigail y la aparición de otro inmortal. El otro inmortal lleva más de 2000 años paseándose por el mundo, tanto tiempo, tantas vidas, tanta soledad le han llevado a tratar a las personas como meros insectos. Él es inmortal, nosotros estamos de paso. Henry no concuerda con su visión y sus caminos se cruzan más de una vez a lo largo de los 22 episodios que componen la primera temporada de la serie. 

En definitiva, desearía una segunda temporada de Forever para saber qué pasa con Henry y Abe, cómo siguen las investigaciones de asesinato en Nueva York, cuántas referencias friquis puede hacer Lucas y si existen más inmortales en el mundo.

Hindsight, regreso a los noventa

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La premisa de Hindsight, serie de VH1, es sencilla. Becca (Laura Ramsey) está a punto de casarse pero siente que no está tomando la decisión adecuada. Ese es el menor de sus problemas porque la noche antes de su compromiso viajará en el tiempo hasta 1995 despertando en casa de sus padres el día de -tachán- su primera boda. Becca, con 20 años de experiencia a sus espaldas, sabe que ese primer matrimonio terminará en divorcio, que sus padres también se separarán, que su hermano tendrá problemas con las drogas y que perderá contacto con Lolly (Sarah Goldberg), su mejor amiga. Con todo ese conocimiento y toda la experiencia, Becca podrá redirigir su vida y cambiar todo lo que no le gusta de su pasado. El problema es que cualquier cambio tiene unas repercusiones inesperadas que nadie, ni siquiera ella, puede prever. 

Hindsight nada entre dos aguas: la comedia y el drama. La maravillosa relación entre Lolly, portentoso personaje de entusiasmo y locura contagiosas, y Becca es la piedra angular sobre la que se asienta una serie que empieza con fuerza y buen ritmo pero que pierde fuelle a medida que aparecen pretendientes amorosos para la viajera temporal. En los diez capítulos que componen la primera temporada de Hindsight, Becca tiene tres pretendientes diferentes: Sean (Craig Horner), Andy (Nick Clifford) y Kevin (Steve Talley). Estas aventuras amorosas copan la trama no permitiendo que otras historias se desarrollen y relegan el misterio del viaje temporal al ostracismo sin dar muchas pistas al fan. 

Los creadores tienen claro que esta serie versa sobre el amor, las oportunidades perdidas y la amistad. ¿Haríamos las cosas de manera diferente? ¿Somos felices con lo que tenemos? Becca es capaz de dejar su pasado en paz, necesita enmendar una serie de errores: su trabajo, su primer matrimonio, su relación con Lolly, los problemas de su hermano. Nada de esto tiene solución porque lo que a veces pensamos que puede ser la decisión correcta puede ser la peor de todas. Becca aprenderá que cambiar las cosas tiene un precio y que, esos cambios, pueden afectar negativamente a aquellos que más quiere. 

Entre los aciertos de la serie destaco el personaje de Lolly, uno de los más dinámicos y divertidos del conjunto, junto a un puñado de secundarios (el dueño del videoclub, el camarero del bar) que aportan su granito de locura al conjunto. Si Lolly es un personaje a tener en cuenta, Becca es una mera caricatura. Un personaje que tiene la oportunidad de corregir sus errores pero que, a pesar de la experiencia y la madurez que una persona de cuarenta años debería tener, no deja de tropezar en la misma piedra. Es frustrante ver como esta mujer sin carácter es incapaz de hacer algo positivo por los demás. Finalmente, al igual que Lolly, debemos admitir que Becca es una egoísta preocupada por su propia felicidad aunque sea a costa de la de los demás. A pesar de que el personaje no me cae nada bien reconozco que Ramsey hace un buen trabajo siendo capaz de transmitir las dudas, miedos, inseguridades y vulnerabilidad de la viajera temporal. 

Lo mejor de la serie es revisitar los noventa, la época de los peinados a lo Rachel, de la cancelación de My So-Called Life, del juicio de OJ Simpson, los VHS y los discman.  La serie juega muy bien la carta de la nostalgia – su banda sonora es deliciosa – haciéndonos recordar una época que conocemos perfectamente y que está llena de hitos de la cultura popular. Una época sin redes sociales, sin iPad, en la que podíamos fumar en los bares y llevar petos vaqueros. 

Una serie sencilla y sin muchas pretensiones que nos propone un viaje al pasado. Se disfruta si no se piensa demasiado en ella. Para nostálgicos empedernidos que añoran los tiempos en los que Angela Bassett se derretía por Jordan Catalano. Ojo, por momentos es difícil no ver en Lolly a Rayanne Graff.

Los capítulos en directo de la NBC

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El revisionado de Will&Grace me ha dado grandes alegrías como comprobar que la serie sigue siendo tan divertida como recordaba. He reconectado con su humor inteligente, picarón y bastante crítico; y he disfrutado con el desfile de estrellas invitadas: Cher, Kevin Bacon, Matt Damon, Jennifer Lopez, Michael Douglas o Chloë Sevigny. Había olvidado muchas cosas de esta efervescente comedia y ha sido un gustazo volver a descubrir el mundo de Will, Grace, Jack y, por supuesto, Karen. Una de las cosas que no recordaba es que durante la octava temporada de la serie se hicieron dos capítulos en directo. El primero, Alive and Schticking, sirvió para inaugurar la última temporada de Will&Grace. El capítulo escrito por Bill Wrubel y dirigido por James Burrows se emitió el 29 de septiembre de 2005. Los actores tuvieron que actuar dos veces, una vez para el pase de la costa Este y luego para el de la Oeste. La acción de Alive and Schticking transcurre entre el apartamento de Will y el pasillo de entrada. Alec Baldwin fue la estrella invitada y su trabajo le valió una nominación al Emmy. Alive and Schticking es un capítulo bastante divertido en el que Karen descubre que su difunto marido sigue vivo mientras que Grace intenta decidir si empezar un affair con un hombre casado. Por su parte, Jack aparece con un parche en el ojo y Will no quiere que el personaje de Baldwin salga con Karen. Hay varios momentos en los que los actores no son capaces de contener la risa, Sean Hayes y Debra Messing lo intentan pero creo que es imposible no reírse de las frases y locuras de Jack. 


El segundo directo de Will&Grace fue Bathroom Humor emitido el 12 de enero de 2006. De nuevo Burrows se encargó de la dirección mientras que el guión fue obra de Greg Malins. A mí me parece que no es un capítulo tan fresco como Alive and Schticking pero a estas alturas de la serie ya estamos tan encariñados con los personajes que cualquier situación en la que se vean involucrados nos interesa. La trama se desarrolla en el baño de la casa de Karen durante su exclusiva fiesta de cumpleaños. Jack, Grace y Will descubren que celebra dicha fiesta todos los años y que nunca los ha invitado; es más, ese año recibieron la invitación debido a un error de Rosario. 

Los capítulos en vivo en las series de televisión son una rareza. Pocas producciones se atreven a llevarlos a cabo porque son demasiado complejos. Veamos, en una sitcom sería relativamente sencillo porque hay pocos escenarios y las cámaras no se mueven mucho pero en series más dinámicas como Parks and Recreations o Brooklyn Nine-Nine sería más difícil. Si quieren hacer un capítulo en directo el equipo tiene que afrontar muchos retos por eso debemos reconocer el trabajo, esfuerzo y talento que supone hacer un episodio de estas características. 

Algunas series se arriesgaron y probaron suerte con el directo, muchas de ellas eran de la NBC. Veamos unos ejemplos:

ER, Ambush es el primer capítulo de la cuarta temporada del drama médico de la NBC. En este episodio, un equipo de la PBS graba un documental sobre el día a día en el servicio de urgencias. El episodio, dirigido por Thomas Schlamme y escrito por Carol Flint, se emitió el 25 de septiembre de 1997. Han pasado casi 18 años desde este Ambush, una capítulo impresionante desde el punto de vista técnico en el que hay que destacar el enorme trabajo realizado para superar los errores del directo. Su guión no flaquea y continúa la trama de los protagonistas -en especial la del doctor Greene- e introduce a la doctora Elizabeth Corday (Alex Kingston) en la historia. Aquí os dejo un vídeo que compara la emisión de la costa Este y la de la costa Oeste. 


The West Wing, The Debate, capítulo emitido el 6 de noviembre de 2005. Dirigido por Alex Graves  con guión de Lawrence O'Donnell, Jr. El capítulo se centra en el debate entre los candidatos a la presidencia Matthew Santos y Arnold Vinick, Un debate libre de una hora de duración moderado por Forrest Sawyer. Ambos candidatos hablan sobre trabajo, economía, el sistema de salud y la inmigración de manera elocuente y civilizada. Para Jimmy Smits, que interpretó a Matt Santos durante 37 episodios, The Debate es su capítulo favorito de The West Wing. 

30 Rock, la comedia de Tina Fey, tuvo dos capítulos en vivo:Live Show, emitido el 24 de octubre de 2010 y Live from Studio 6H del 26 de abril de 2012. Estos capítulos se presentaron en dos pases, uno para la costa Este y otro para la Oeste; y cada pase es único porque hay pequeñas diferencias entre ellos. En Vaya Tele podéis encontrar información más detallada sobre los capítulos en cuestión: aquí y aquí

De narradores y voces en off

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Uno de los grandes aciertos de la sorpresa seriéfila de la temporada, Jane the Virgin, es su narrador. Esa voz que nos introduce en la historia no es la típica voz de narrador de documental que, sin apenas inflexiones, acompaña el metraje; o una irritante vocecilla que busca el chiste fácil y la manipulación del televidente. El narrador de Jane The Virgin es un personaje de pleno derecho divertido y cercano que nos ayuda a comprender la realidad de Jane, que sirve para introducir los capítulos con unos estupendos “previously on” donde nos pone en situación y recapitula lo sucedido hasta el momento; que enmarca el contexto de los personajes (principales y secundarios); y que tiene una personalidad repleta de matices que convierten sus intervenciones en un pequeño placer. 

La historia de Jane The Virgin está contada desde el punto de vista de este particular narrador con aires de latin lover. Un narrador que desde el primer capítulo ofrece una perspectiva única sobre la situación de Jane y que nunca ha dejado de ser el eje central sobre el que se articulan los episodios. Una serie tan enrevesada como esta necesita un narrador para llevar de la mano a los espectadores y que no se pierdan entre tanto giro loco de guión.

Un narrador efectivo es capaz de afectar a la forma en la que se cuenta la historia pero no a la historia en si misma. Ellos aportan perspectiva a los hechos y a las acciones de los personajes, pueden expresar opiniones, dudas o interpelar directamente al espectador rompiendo la cuarta pared. Tenemos narradores como el de Jane the Virgin que no forma parte de los hechos y otros, como Carrie Bradshaw de Sex in the City, que si lo hacen. Veamos algunos ejemplos.

Sin duda Desperate Housewives es el drama que mejor ha usado la técnica del narrador.

Me llamo Mary Alice Young, cuando vean el periódico de hoy puede que vean un artículo sobre el día tan raro que tuve la semana pasada. Normalmente no pasa nada interesante en mi vida , pero eso cambió el jueves pasado. Al principio, todo parecía muy normal: preparé el desayuno a mi familia, hice las tareas de la casa, terminé unos trabajillos pendientes e hice los recados. En realidad, pasé el día como cualquier otro, sacándole brillo a la rutina de mi vida para que resplandeciera con toda perfección. Por eso me resultó tan asombroso que decidiera ir al armario del pasillo a coger un revolver que jamás se había usado…
La fallecida Mary Alice -narrador omnisciente- nos introducía en las miserias y victorias diarias de los vecinos de Wisteria Lane de manera inteligente y sutil. Mary Alice era un gran narrador, era humana, sutil, cercana y filosófica. Su importancia dentro de la serie es indiscutible y algunas de sus reflexiones eran muy poderosas. Sin embargo, mi narrador favorito es el de Pushing Daisies, un narrador que no vemos ni conocemos; que nos cuenta, como si fuese un cuento, la historia de Ned y Chuck. 


En series como Emily Owens MD tenemos la voz en off de la protagonista en el piloto, ella misma se encargará de poner en situación a los espectadores explicándoles cosas de su pasado y presente. No es la única serie que ha echado mano de este recurso, recordemos que series tan recordadas como Sex in the City, The Wonder Years o Dexter también lo han hecho. La voz en off puede servir para conocer un poco mejor la psique de los personajes ya que abre una puerta a los pensamientos más íntimos de los mismos, a sus miedos, a sus alegrías. Recuerdo que en Dead Like Me usaban este recurso para que George nos explicase sus sensaciones tras morir y convertirse en recolectora de almas.

En Sex in the city, la voz en off de Carrie servía para transmitir humor y conectar con el público a través de aquellas preguntas que la columnista se planteaba frente a la pantalla de su portátil. En Dexter, centrada en un asesino en serie, la vozz en off nos ayudaba a comprender mejor a un personaje, a priori incomprensible, y nos explicaba sus procesos: cómo se camuflaba en sociedad, cómo elegía a sus víctimas, cómo mataba... Burn Notice, la voz en off del espía Michael Westen sirve para explicar desde cómo hacer una bomba a cuales son las tácticas de asalto favoritas del FBI. Westen nos regala un manual para espías amateurs como años antes hiciera Richard Dean Anderson en MacGyver explicando cómo fabricar una bomba con un clip y un chicle.  

Hay más series donde nos encontramos con un narrador: Gossip Girl, Grey's Anatomy, Arrested Development o How I Met Your Mother. Puede que Ted Mosby sea el narrador más detallista y pesado de la historia de la pequeña pantalla; y que Ron Howard, voz de Arrested Development, uno de los más asépticos y divertidos. 

Seguro que me dejo muchas series en el tintero pero, hoy por hoy, el narrador más entretenido de la pequeña pantalla es el de Jane The Virgin.

La rubia zombie

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Parece que la CW ha encontrado su esencia de ser en las adaptaciones de cómics. Actualmente mantiene dos series basadas en cómics que funcionan y que han creado un universo propio en continua expansión, me refiero a The Flash y Arrow. Y a estos dos éxitos tenemos que añadir iZombie, creada en base al cómic homónimo por Rob Thomas (Veronica Mars) y Diane Ruggiero-Wright. La mano de Thomas se nota, hay muchas similitudes entre ambas series y durante los trece capítulos que forman la primera temporada de iZombie. Además, es entrañable ver a muchos alumnos de Neptune (Ryan Hansen, Percy Daggs III) visitando Seattle, ciudad en la que se desarrolla la historia de Liv Moore. Espero que de cara a la siguiente temporada gente como Francis Capra, Enrico Colantoni, Chris Lowell o la mismísima Kristen Bell se animen a conocer a Liv Moore. 

iZombie nos sumerge en la historia de Liv (Rose McIver), una joven estudiante de medicina que tras asistir a una fiesta en un lago acaba convertida en zombie. La masacre del lago es una parte muy importante de la mitología de la serie y volveremos a ese momento varias veces a lo largo de la primera temporada. Liv, ahora una zombie, rompe con su vida anterior y consigue un trabajo en la morgue para poder acceder a su comida favorita: cerebros. En este punto he de deciros que iZombie no es una serie de zombies típica, aquí la mayoría de los zombies viven perfectamente integrados en la sociedad, mantienen sus trabajos, sus vidas y ocultan su apariencia zombie (pelo blanco, piel pálida) gracias al maquillaje. Liv tiene la suerte de tener un trabajo que le posibilita comer cada día pero el resto de zombies recurren a Blaine (David Anders), el villano de esta historia, quien crea un negocio de comida a domicilio basado en la necesidad de su exclusiva clientela. Ojo, que Blaine no solo proporciona cerebros a los zombies; también se dedica a convertir a la gente rica e influyente de Seattle que necesitará de sus servicios para poder alimentarse. 

Pero iZombie no es solo una historia de zombies es también un procedimental policial. Cada vez que Liv come un cerebro adquiere rasgos de la personalidad de los muertos y tiene acceso a parte de sus recuerdos. Con esta información privilegiada se dedica a ayudar al detective Clive Babineaux (Malcolm Goodwin) investigando asesinatos. Claro que Babineaux no sabe que Liv es una zombie, cree que es una psíquica. El hecho de que Liv adquiera temporalmente rasgos del carácter de las víctimas ofrece mucho juego. Ella no desaparece dentro de esas personalidades como le ocurría a la Echo de Dollhouse, más bien añade esos rasgos a su carácter. Son un complemento que la convierten, dependiendo del cerebro, en una cheerleader todo amor y optimismo o en un sociópata o en un francotirador del ejército.

La única persona que conoce el secreto de Liv es Ravi Chakrabarti (Rahul Kohli), un médico inglés que trabaja como forense en Seattle. Desde el primer momento sabe que Liv es un zombie e intentará ayudar a nuestra protagonista a encontrar una cura para su enfermedad. 

Esto es, a grandes rasgos, lo que nos propone la serie, una inteligente combinación entre géneros con personajes que van sumando fuerza y carisma a medida que nos acercamos al final de temporada. La premisa podía parecer algo tonta pero este batiburrillo funciona aunque le cuesta un poco arrancar y encontrar su propia voz. McIver, al principio algo rígida y despistada, se va soltando y a la altura del octavo capítulo ya está totalmente a gusto con su personaje y sus cambios de carácter. 

Al igual que en Veronica Mars, el centro de la serie es otra rubia de armas tomar a la que no conviene hacer enfadar ya que podría entrar en modo zombie total. Liv es descarada, sarcástica y fuerte, mucho más de lo que ella cree. Pero no es perfecta, tiene dudas, miedos, momentos egoístas. Se comporta de manera natural y poco artificiosa. Su relación con Ravi está muy bien construida y recuerda mucho a la que Veronica tenía con Wallace. Liv aspira a volver a su antigua vida, a dejar de tener miedo y volver abrazar a su ex, Major, con el que rompió para mantenerlo a salvo. Quiere volver a conectar con su amiga y compañera de piso, quiere volver a pasar tiempo con su familia. Quiere una vida normal pero su condición de zombie es una gran limitación.

Puede que las casos semanales sean poco imaginativos y que se resuelvan con demasiada facilidad pero creo que de cara a la segunda temporada se pulirá este aspecto y la serie tomará una senda más dramática tras los acontecimientos del final de temporada. Durante sus trece primeros capítulos han construido una mitología bastante extensa con muchas ramificaciones y se han preocupado por perfilar a los personajes. Tras ese larga introducción, parece que tendremos un nuevo malo malísimo (Max Rager) y bastantes cambios en la vida de Liv ahora que más personas conocen su condición zombie. 

A pesar de que la sombra de Veronica Mars es alargada considero que iZombie tiene la suficiente personalidad como para alejarse de ella y desarrollarse libremente. Con el tiempo puede que incluso dejemos de comparar ambas series.

El éxito de El Ministerio del Tiempo

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Ocho capítulos le han bastado a 'El Ministerio del Tiempo' para convertirse en la serie revelación de la ficción nacional. Hacía mucho tiempo, desde el estreno de la excelente 'Crematorio' (2011), que un producto español no hacía temblar de gusto tanto a críticos como a seriéfilos. El éxito de la serie de Javier y Pablo Olivares no se debe a unas espectaculares audiencias -sus números han sido discretos- sino a una conexión inmediata con miles de seguidores que, a través de las redes sociales, han creado una comunidad de fans proactiva, entusiasta y agradecida. Son los llamados "Ministéricos", entre los cuales me incluyo. 

Para entender mejor el éxito de 'El Ministerio del Tiempo' voy a hacer un repaso de sus puntos fuertes. Cierto que también tiene algún que otro punto débil pero el conjunto ha quedado tan redondo y disfrutable que no merece la pena buscarle defectos. Veamos por qué estamos ante una de las mejores series españolas de todos los tiempos. 

El mejor Alatriste visto en pantalla

Alonso de Entrerríos (Nacho Fresneda) no es el Alatriste de Reverte ni falta que le hace. Este soldado de los Tercios Españoles es, a todas luces, la mejor representación que se ha hecho del conocido personaje del cartaginés. Ni Aitor Luna en la serie 'Las aventuras del capitán Alatriste' (2015) ni Viggo Mortensen en la película que dirigió Agustín Díaz Yanes en 2006 consiguieron capturar la esencia del aguerrido soldado. Fresneda compone un personaje bravío, lleno de ímpetu y fuerza. Un hombre leal y honorable siempre dispuesto a pelear y hacer frente a las injusticias. Su visión del mundo contrasta con la que tienen sus compañeros pero este choque de culturas resulta de lo más divertido. 

Guiños a la cultura popular

Torrebruno, Curro Jiménez, Alatriste, Jordi Hurtado, el grupo Leño, la aparición de Isabel (Michelle Jenner)... 'El Ministerio del Tiempo' juega con muchas referencias culturales cercanas y hasta se atreve ha hacer guiños metatelevisivos cargados de intención. Esto siempre dibuja una sonrisa en el rostro del espectador que reconoce las referencias y disfruta viendo a Ramón Langa -doblador habitual de Bruce Willis- como Espínola.

Personajes secundarios sólidos

Aura Garrido, Rodolfo Sancho y Nacho Fresneda están correctos en sus respectivos papeles pero aunque son los pilares de la serie hay que reconocer el excelente trabajo de los secundarios:Juan Gea (Ernesto), Cayetana Guillen-Cuervo (Irene), Jaime Blanch (Salvador Martí, director del Ministerio) y Francesca Piñol (Angustias). Estos cuatro personajes son indispensables para el desarrollo de la historia y todos han tenido su momento -algunos más de uno- de gloria. Los intérpretes, todos con amplias carreras a sus espaldas, aportan solemnidad y cohesión al conjunto. Mención especial para un grande del teatro como Blanch, un ejemplo para las nuevas generaciones de actores. Blanch tiene presencia y carisma, sabe actuar y su dicción es impecable. Su personaje, uno de los más misteriosos del Ministerio, promete dar sorpresas de cara a la segunda temporada. 

Historia y cultura

Entretener, informar y enseñar. La obra de los hermanos Olivares consigue hacer las tres cosas. Nos recuerda el pasado - a veces glorioso a veces infame- de España mientras recupera a grandes artistas como Lope de Vega o Velázquez y rescata la figura de personajes como El Empecinado. El viaje temporal permite a los guionistas situar a los personajes en la Residencia de Estudiantes cuando Dalí, Buñuel y Lorca paseaban por sus pasillos o a tiempo de ver la partida de la Armada Invencible en la Lisboa de 1588. La forma de acercarse a los personajes históricos ha sido atrevida y directa, retratándolos como seres humanos y no como grandes figuras a las que rendir tributo: Lope era un "pichabrava" y un bocazas; Dalí un interesado, Velázquez bastante vanidoso y pesado, Lorca un soñador. 

El valor del trending topic

Ya mencioné a los 'Ministéricos', seguidores de la serie que cada lunes conseguía que Lope, García Lorca, Huesca, Velázquez, Espínola, Picasso o Lázaro de Tormes se convirtiesen en TT. Hay que aplaudir el enorme y sobresaliente trabajo del equipo que gestiona los contenidos transmedia de la serie: Paloma G. Quirós, Agustín Alonso y Pablo Lara.

Además de en Twitter, 'El Ministerio del Tiempo' cuenta con perfiles en Facebook, Instagram y Tumblr, una estupenda web cargada de contenidos, el programa 'La puerta del tiempo' donde se entrevista al equipo y a los actores; e incluso un grupo de Whasapp. Esto ha dado pie al surgimiento de un fenómeno fan que recuerda al de series tan consolidadas como 'Doctor Who' o 'Game of Thrones'. Los seguidores de 'EMDT' están expandiendo las fronteras televisivas del producto original generando contenidos como relatos cortos, juegos de rol, dibujos, cómics, parodias, podcast...

El diario de Rae Earl

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He tardado una semana en visionar My Mad Fat Diary, serie británica que el pasado 6 de julio se despidió tras tres temporadas y 16 episodios dejando a sus seguidores con lágrimas en los ojos y una sonrisa en los labios. Me alegro de haber comenzado la serie justo un día después de su final, eso me permitió devorar los capítulos y disfrutar sin restricciones de la historia de Rae Earl, fantástica Sharon Rooney, una joven de 16 años que sale del hospital psiquiátrico tras cuatro meses internada. Rae es una chica con muchos problemas, con muchas virtudes y con una gran fuerza interior; es inteligente, divertida, egoísta, infantil, solitaria, inconformista y gorda, muy gorda. Sus problemas mentales, estrechamente relacionados con su desprecio por su imagen corporaly la ausencia de una figura paterna, son una constante a lo largo de la serie. Los espectadores asistimos al proceso de curación y aceptación de Rae, la seguimos en sus sesiones con su terapeuta Kester (Ian Hart), descubrimos su malsana relación con la comida, la acompañamos en sus primeros pasos en el mundo real y conoceremos a su nuevo grupo de amigos (the gang) formado por la bella Chloe, la inocente Izzy, el alocado Chop, el silencioso Finn y el intelectual Archie. 

El diario del título hace referencia al que Rae empieza a escribir por consejo de Kester justo después de su regreso a casa. La serie usa este recurso para mostrarnos las constantes batallas a las que se enfrenta la protagonista. La historia, siempre contada desde el punto de vista y la experiencia de Rae, es una oda a esa etapa tan angustiosa como electrizante que es la adolescencia. Una adolescencia que, en este caso, se desarrolla en 1996 en Inglaterra, así que la banda sonora vital de Rae y su gang está sazonada con canciones de Radiohead, Oasis, Blur, britpop. 

La serie auna drama y comedia de manera satisfactoria y elegante, navegando sin concesiones entre los dos géneros sin caer nunca en lo obvio ni en lo fácil. En el apartado visual, los efectos animados, las letras sobreimpresas, los flashbacks y las fantasías, que se usan con profusión a lo largo de los 16 capítulos de My Mad Fat Diary, son todo un acierto y actúan de manera efectiva a la hora de realzar los distintos estados emotivos, físicos y mentales de Rae. Otro punto a favor es el tratamiento que se hace de los problemas mentales, la serie se enfrenta a esta realidad de cara, de manera honesta, sin caer en manidos clichés ni en histerismos dramáticos. El caso de Tix, por ejemplo, es un mazazo para el espectador que ve como una joven sucumbe ante la anorexia sin que nadie, ni familia ni amigos ni médicos, puedan hacer nada para salvarla.

Quiero detenerme un momento par alabar a Sharon Rooney, actriz escocesa de físico rotundo, que compone de manera realista y muy divertida a una joven al borde de la quiebra emocional que solo quiere encajar, ser feliz, enamorarse y beber cervezas con sus amigos. Rooney se mueve, respira y habla con naturalidad dentro de las costuras del personaje. Además, tiene la suerte de estar arropada por un reparto fantástico donde casi todos los jóvenes resultan creíbles, es decir, parecen auténticos adolescentes con problemas y vidas reales, mientras que los adultos, capitaneados por los fantásticos Ian Hart y Claire Rushbrook, la madre de Rae, cumplen con sus respectivos personajes y aportan miradas y realidades diferentes al contexto de My Mad Fat Diary.

Rae es una persona con una enfermedad que no solo la afecta a ella. Sus amigos, su madre, su pareja... todos se ven afectados por sus problemas mentales y todos quieren, a su manera, ayudarla. Sin embargo, la lucha de Rae es un camino solitario que recorrerá -sola o acompañada- durante toda su vida. Al final es consciente de que siempre tendrá que mantener a raya la locura, de que siempre tendrá que luchar para no dejarse llevar por el peor de los pensamientos pero ella es mucho más que su enfermedad y tiene toda una vida para ser más que la chica loca, la chica que sufre ataques de pánico, la chica que se atiborra de comida basura. Rae puede ser lo que ella quiere porque gracias a las experiencias acumuladas, al cariño recibido y a la ayuda de Kester, de sus amigosy de su madre ha sido capaz de entender que puede, que debe, seguir hacia adelante.

My Mad Fat Diary ya está en mi Olimpo de series sobre adolescentes junto a My So Called Life y Freaks and Geeks. Sin embargo, el tono de la obra británica me resulta más acorde con la expresión de la adolescencia y su estilo que suma gamberrismo, realismo, brutalidad, sueños y crítica social, la hace estar un peldaño por encima de las otras. Creo que la serie se compromete con su historia y sus personajes, que ofrece una perspectiva única y auténtica sobre los problemas de los adolescentes y las enfermedades mentales, que se arriesga en cuanto al tono y la forma en la que nos acerca la realidad de Rae. En definitiva, una serie dramática y divertida, honesta, hiriente, realista y cercana que bien podría ser de visionado obligatorio en las escuela y que cuenta con mi absoluta devoción y cariño.

La gamberrada nostálgica de Netflix

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El único motivo que me impulsó a ver el piloto de Wet Hot American Summer: First Day of Camp fue la presencia en el reparto de Janeane Garofalo, Amy Poehler y Paul Rudd. No conocía la existencia de la película de 2001; título de culto para unos, chorrada inaguantable para otros. No sabía que la serie era una precuela de aquel título y no me molesté en buscar información sobre la película o la serie. Me bastaba saber que Garofalo, Poehler y Rudd estaban en el ajo para darle una oportunidad a esta nueva comedia de Netflix.

El piloto me pareció aburrido, terrible. Me dio pereza continuar con esta historia de campistas y adolescentes pero me obligué a seguir convencida de que semejante reparto aportaría algún que otro momento de diversión. No me equivocaba. Elizabeth Banks, Bradley Cooper, Ken Marino, Christopher Meloni, Jason Schwartzman, Chris Pine, Lake Bell, Michel Cera, John Hamm, Josh Charles, Bruce Greenwood, Richard Schiff y paro porque hay más pero no es cuestión de ponerlos todos, se encuentran cómodos en sus respectivos papeles y se nota que se están divirtiendo formando parte del campamento Firewood. 

Actualmente, vivimos una época de reboots, remakes y rescates: Boy Meets World, Full House, The X Files y Twin Peaks regresan a la pequeña pantalla. Los fans de Arrested Development lograron la tan deseada cuarta temporada, Hawaii Five-0 lleva cinco temporadas entreteniendo a los espectadores de la CBS, J.R volvió a ponerse su sombrero en Dallas y Rob Thomas tuvo la oportunidad de resucitar a Veronica Mars gracias al apoyo económico de los seguidores de la serie. El factor nostalgia cotiza al alza y Wet Hot American Summer: First Day of Camp sabe sacar partido de ello. 

Este delirante caramelo merece entrar a formar parte de la lista de productos geniales de la cultura popular. Una serie cargada de buen rollo que reúne a uno de los más grandes repartos hollywoodienses para ofrecer un recital de talento tan liviano como efectivo. 

Para disfrutar en profundidad de la serie es fundamental y necesario ver la película. No debemos obviar su existencia porque, después de todo, la serie es una realidad gracias a los seguidores de la película; a esos fans y espectadores que hace 14 años -y durante todo ese tiempo- han mantenido viva la llama del campamento Firewood. Además, el visionado de la película nos proporcionará mayor información sobre los personajes porque se centra en el último día de campamento mientras que la serie lo hace en el primero. Los guionistas se han preocupado de mantener la coherencia narrativa y temporal del binomio serie-película explicando los antecedentes de muchas situaciones y dotando de sentido a muchas de las cosas que suceden el el film. Se esclarece el pasado del cocinero, estupendo Christopher Meloni, y el misterio de la lata que habla; relacionan la presencia del profesor Henry Neumann (David Hyde Pierce) en las inmediaciones del campamento con un episodio violento en su universidad; justifican la estadía de Lindsay (Elizabeth Banks) en Firewood y hasta crean toda una trama para ilustrar el origen de la canción Higher and Higher. Hay varias tramas en la serie, algunas funcionan, otras no tanto, las menos son aburridas. Sin embargo, el conjunto es entretenido, ágil y sorprendente. Además, tras 14 años, las carreras de muchos de los miembros del reparto original están en lo más alto como es el caso de Bradley Cooper que ya carga a sus espaldas con tres nominaciones a los Oscar; Amy Poehler que es una diosa televisiva, David Hyde Pierce que atesora múltiples premios por su paso por Frasier y los escenarios de Broadway o Paul Rudd, el señor Mierda Embolsada, que recientemente se ha enfundado el traje de Ant Man.

Ver a actores de cuarenta años interpretar a adolescentes de 16 años en un campamento de verano da lugar a situaciones hilarantes. Es graciosísimo ver a Amy Poehler decirle a John Slattery (nueve años mayor que ella en la vida real) que tiene 16 años y que su relación es imposible. Es muy entretenido ver a Joe Lo Truglio y Ken Marino comportarse como críos o a Elizabeth Banks, de 42 años, ponerse en la piel de una reportera de 24 años que finge tener 16. Hay cosas, en este sentido, que resultan muy curiosas; Michael Showalter, actor que interpreta a Coop, perdió bastante peso en 2001 para dar vida a un adolescente. En esta ocasión, no. Es, si exceptuamos la cara de Garofalo y su encuentro con el bisturí, el actor que más ha cambiado.

2001 - 2015

Hilarante y gamberra, enérgica y refrescante, grotesca y animada, Wet Hot American Summer: First Day of Camp es una de esas series que da gusto ver de una sentada. Ocho capítulos de poco más de 20 minutos componen la primera temporada de esta nostálgica comedia que engrosa el listado de series de producción propia de Netflix.

Dana conoce a Fox

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Ayer decidí ver el piloto de The X Files y me propongo revisitar la serie, los 202 episodios más las películas, antes del regreso a Fox de la serie que se lo dio todo con permiso de The Simpsons. La miniserie se estrenará el próximo 24 de enero y la FOX, muy lista ella, ha lanzado la campaña 201 Days of The X Files, a la que una servidora llega tarde. Qué es eso de un episodio al día? Seguramente habrá días en los que visione más de dos y más de tres episodios, que me conozco y cuando me pongo en plan maratón televisivo soy una bestia parda. 

Volviendo al piloto de The X Files -que hacía por lo menos tres lustros que no veía- deciros que casi no lo recordaba pero que me ha producido muy buenas sensaciones. Ya sé que voy con la lección aprendida, que ya he visto el futuro de los personajes y todo lo que está por venir, pero siempre es interesante echar la vista atrás y revisitar los pilotos de nuestras series favoritas. 

El capítulo en cuestión, guionizado por Chris Carter y dirigido por Robert Mandel, no empieza con la conocida cabecera ni con la música de Mark Snow. En su lugar aparece un texto que avisa de que la historia “está basada en hechos reales”. El piloto introduce y perfila de forma clara y efectiva a los personajes. El escepticismo y el amor por la ciencia de Scully están ahí desde el primer momento. La pasión de Mulder por la búsqueda de la verdad y su humor y ligereza ante el peligro, también. A Dana Scully la conocemos en la oficina del Jefe de División Scott Bevlins, personaje que volveremos a ver pero cuya importancia palidece frente a lo trascendental que será, para la mitología de The X Files, el fumador silencioso que ronda los pasillos.

El primer encuentro entre Mulder y Scully es historia de la pequeña pantalla, uno de esos momentos fijos en el tiempo – que diría el buen Doctor – y donde ya se intuye la química entre los agentes. El encuentro tiene lugar en el despacho de Spooky Mulder; allí está el póster, la montaña de papeles, el flexo, las fotografías... todo. Ese espacio será testigo de grandes cosas, sólo hace falta tener paciencia. 

La trama se desarrolla en Oregón y la serie, que se rodó durante varias temporadas en Vancouver (Canadá), sabe sacar provecho a ese escenario con amplios y frondosos bosques, carreteras perdidas, pequeñas localidades y cielos plomizos. Ese entorno será una constante que acabará convertida en una de las señas de identidad de la serie. También tendremos el momento linternas, cualquier fan de la serie sabe a lo que me refiero con eso así que no voy a seguir con el tema. 

Lo más interesante es ver como sientan las bases de la relación entre Mulder y Scully. Se nota que intentaron darle un sesgo romántico al asunto y plantar la semilla de una atracción entre ambos. Eran otros tiempos, otra forma de entender y hacer televisión. Menos mal que luego aparcaron esa idea y se dedicaron a consolidar una relación profesional y personal entre iguales repleta de compañerismo, respeto y mutua admiración. La TSNR de The X Files fue una de sus mejores bazas durante muchos años. Con el paso de las temporadas la hicieron evolucionar hasta que llegó lo inevitable. Ojo, que para este regreso ya se ha anunciado que Mulder y Scully no son pareja. Veremos que nos tienen que ofrecer. 

Es curioso ver como Mulder no tiene ningún problema en contar su historia a Scully, en hablarle de su hermana, de su búsqueda, de los misterios y de que sabe que alguien intenta sabotearle. Sin embargo, lo único que sabemos de Scully, a nivel personal, es lo poco que le cuenta al jefe de División en su despacho. Mulder es pasional y excesivo, Scully centrada y comedida. 

El caso se resuelve pero deja muchas incógnitas en el aire. Entre ellas quién es ese misterioso fumador que parece saber mucho y manejar los hilos. Esos finales abiertos también son marca de la casa. 

Han pasado casi 22 años desde que se emitió el piloto de The X Files y el capítulo ha mantenido su frescura pese al paso del tiempo. Sigue siendo un capítulo entretenido, bien contado, bien dirigido y con interpretaciones por encima de la media. Puede que quienes se acerquen a él por primera vez se horroricen ante la calidad de la imagen y la estética. Seguro que todo les parece viejo y manido pero The X Files es la madre del procedimental moderno. Un respeto que estamos hablando de una serie que ayudó a que la pequeña pantalla empezase a mirar hacia arriba preguntándose hasta donde podía llegar.
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